jueves, 11 de febrero de 2010

Fray Perico en la guerra. Capítulo 5.- Adiós al borrico

El borrico y echó a correr lanzó la puerta y fray Perico salió a correr. Le pegó una patada y fray Perico se lio a llorar. llegaron los frayles, El borrico llegó y le pegó

Fin

lunes, 8 de febrero de 2010

Fray Perico en la guerra. Capítulo 3.- El castillo











EL CASTILLO RESUMEN
Cerca del monasterio había un castillo donde había galerías,telas de arañas etc.
Allí dicen unas viejas que el rey Teodoro por no abrir la puerta del tesoro.
En una noche le tocaba decir a una mujer:
-¡socorrrrroooooooo!¡ayudadmeeeeeeeeee!
Un día dijo un hombre dijo:
-¡Iros con comida al castillo y cerrar la puerta con llave!
La gente no esperó el 2 aviso y se fueron al castillo.

JAVIER BENITO DIAZ

jueves, 4 de febrero de 2010

Fray Perico en la guerra. Capítulo 2.-¿Que se llevan a San Francisco!


Capítulo 2
¡Que se llevan a San Francisco!
El tío Carapatata, estaba en la cocina cuando se asomó a ala ventana y dijo:
-¿Donde vais con eso...?- no le dio tiempo de terminar. Cuando salió corriendo y gritando:
-¡Qué se llevan a San Francisco! Todos cogieron algo. El tío Carapatata cogió la sartén, fray Mamerto un rastrillo, fray Olegario su bastón ... Todos corrieron a salvar al santo que hacía que no salía del convento casi cuatrocientos años. Cuando salieron sólo se veía a San Francisco alejándose con sus barbas blancas.


Rocío Alcaide Gómez

Fray Perico en la guerra. Capítulo 1.- La siesta.

En el convento de San Francisco lo atacaron los franceses. Estaban todos durmiendo la siesta y oyeron unos cañonazos ¡Pum,pum! Se levantaron corriendo para ver que pasaba y de pronto oyeron a Fray Perico pegando voces en la iglesia se llevaban a San Francisco , los cuadros.....


Antonio Jesús Aguilar Marrón

lunes, 1 de febrero de 2010

La Cenicienta


La Cenicienta

Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban Cenicienta.

Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.

- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.

Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.

- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina.

- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.

La llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.

En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.

- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.

Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado.

Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.

Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto.

Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices.

FIN

Manuel Segura García