La gigantesca Mangata
Erasé una vez una mujer gigante que vivía en el bosque. Todos los días jugaba con los niños del pueblo. Un día la giganta estaba llorando porque se le habían roto sus zapatos y no podía jugar con los niños.
Los niños fueron al pueblo a contárselo a sus padres. Uno de los los padres era zapatero.
Y dijo: "traerme de vuestras casas los trozos de pieles viejas que tengáis".
El zapatero pasó toda la noche trabajando.
A la mañana siguiente tenía un par de botas terminadas. Las montaron en un camión y la llevaron al bosque para dársela a la giganta que se puso muy contenta.
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