Llevaron a San Francisco a una casa.
El jefe de Monpetip le dijo a Monpetip:
-¿Quien se encargara de este Santo?Me han dicho que es muy peligroso-dijo su jefe.
-Yo me encargo-dijo Monpetip.
Después de cenar medio jamón y pollo robado, se fue a la cama. Cuando se acostó tenía un ojo cerrado y el otro abierto, para poder vigilar a San Francisco.
La lamparilla oscilaba y todos los santos y todas las cosas se iban para un lado.
María Sánchez López
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