San Francisco estaba en un encierro del sótano de Santo Tomé. Lo malo era que el perro de San
Roque que tenía muchas pugas que aquello era el disloque. Antón, que no hacía más que roncar
con su mala educación.
Estaba,pues, San Francisco mirando por el ventano los tejados fronteros del palacio de Garcigrande cuando se asomó la cabra.
-Ahí está el santo de las barbas.
-Le echaremos unas cuantas cebollicas para que no se muera de hambre.
-He San Francisco comete estas cebollicas, son robás.
JAVIER BENITO DÍAZ.
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